domingo, 23 de octubre de 2011

El humor es más frío que la muerte (*)

En Melinda y Melinda,Woody Allen partía de una idea interesante: contar una misma historia dos veces. La primera en clave de drama y la segunda en clave de comedia. La idea era buena en tanto y en cuanto podía preguntarse sobre como se puede, mediante una visión diferente de las cosas, hacer aquello dramático cómico y viceversa. El resultado, sin embargo, fue un desastre. No sólo porque la parte dramática de Melinda no causaba emoción y la parte cómica no causaba gracia, sino porque en un acto de pereza increíble, Allen no contaba la misma historia, sino que la alteraba drástica y estúpidamente el contenido de las dos narraciones (¡el final incluido!) para que una sea termine bien (la cómica) y otra mal (la dramática). O sea, no era una película que daba una mirada humorística y trágica sobre una misma cosa, sino simplemente dos historias diferentes con tonos diferentes. Curiosamente, esta reflexión sobre los tonos de una comedia y los de un drama que no logra ni por asomo Allen en Melinda y Melinda, lo hace Apatow en Hazme Reír. Sucede a la hora de película. Allí vemos a Ira hablando con Mark. El primero le reclama al segundo que haya tenido sexo con una chica que a él le gustaba (cosa que Mark sabía perfectamente). No lo hace enojado, sino con un tono triste, resignado, ya que le asegura que ahora que sabe que Mark se ha acostado con ella no la puede desear más. Si bien el reclamo y la tristeza de Ira es más bien exagerada (él saldrá después con la chica), la escena está filmada en la noche, con una música melancólica de fondo y en plano medio y general. De esta manera, la escena se vuelve emotiva. Inmediatamente después de esto volvemos a ver a Ira, esta vez frente a George Simmons (que en este punto de la película todavía sigue muy enfermo y con pocas posibilidades de recuperarse) en un restaurante. El personaje interpretado por Rogen le dice al afamado comediante que no puede estar solo, que tiene que comunicarse con su familia (con la que Simmons no se lleva demasiado bien), aunque sea para despedirse por última vez de ellos. George le dice que es un hombre solo, al que su familia no quiere demasiado y que carece de amistades reales. Ira, al escuchar esto, se pone a llorar tanto por la enfermedad como por la soledad de su jefe. Es una tristeza mucho más significativa que aquella que habíamos visto en la escena anterior. Pero, gran cambio, esta situación está filmada sin música alguna, a pleno día, con una luz fuerte que alumbra el rostro de Rogen lloroso con sus muecas y su baba saliendo de su boca, algo que la película resalta con impiadosos primeros planos. Como si esto fuese poco está Simmons burlándose de sus gesticulaciones y asegurándole que con su baba le está arruinando el que pudo ser el mejor almuerzo de su vida. Lo que termina pasando es que esta escena, en donde volvemos a encontrara a Rogen apenado por algo frente a un amigo (así es, al menos como Ira considera a George), termine siendo no emotiva sino graciosa (1).
Este procedimiento recuerda a una reflexión que dijo una vez Henri Bergson sobre lo cómico en su pequeño pero excelente libro La Risa . Allí el filósofo francés decía que, lejos de lo que podría llegar a creerse, lo cómico no es un ejercicio primario o infantil sino absolutamente racional. Basta con pensar en un chiste, con su calculado mecanismo para dar el remate, o ver actuar a un cómico y prestarle atención al preciso timing que tiene que tener para hacer algo humorístico. Lo cómico, señalaba Bergson, es algo cerebral, no sentimental. Es más, lo cómico, puede aminorar o a veces hasta anular lo sentimental. De ahí que, por ejemplo, muchos dramas o películas de terror utilicen comic reliefs para aliviale las cargas emocionales al espectador. Lo humorístico está en estos casos para que uno abandone un sentimiento visceral de tristeza o tensión y se concentre en una situación cómica. Si uno observa la puesta en escena y el tono de Hazme Reír va a notar, justamente, que este tono humorístico que aminora o anula lo sentimental inunda todo el metraje de la película. Es más, puede decirse que Hazme Reír tiene una estética saturada de humor.


Por empezar es fácil ver que en esta película hay chistes y bromas por todos lados: las de Simmons, las de Ira, las de los amigos de Ira, las de los famosos haciendo de si mismos, las de Laura o las de sus hijas. Son chistes que van de lo excelente a lo pésimo y muchas veces estas humoradas expresan cuestiones importantísimas. Innumerables chistes de Simmons sobre si mismo revelan sus estados de ánimo y muchos chistes de Ira expresan su dificultad para relacionarse con mujeres; la imposibilidad de que se forme una pareja entre Laura y Simmons puede intuirse desde el momento mismo en que ella se encuentra imposibilitada de hacer una buena imitación del acento de su esposo (en una escena en la que, por otro lado, Laura utiliza la ironía cómica para decirle a Clarke que sabe que él la engañó) mostrando lo diferente que es a ese cómico por naturaleza que es Simmons; los personajes desviviéndose y sintiéndose superiores por estar en una comedia televisiva llena de chistes malos expresa el estado de un mundo enfermo por la fama (situación que describe certeramente Porta Fouz en su excelente nota sobre la película); y el hecho de que Simmons pueda perfectamente hacer un espectáculo de stand-up improvisándolo en la presentación de MySpace, sin necesidad de que Ira le escriba los chistes habla a las claras de que la razón por lo que lo contrató para que funcione como su asistente no era por necesidades laborales sino para no estar solo. Por otro lado, también hay un clima humorístico (de un humor muchas veces ácido, doloroso, pero humor al fin) en general en todo la película. Hazme Reír empieza, de hecho, con un chiste muy negro, ya que antes de que Simmons sea informado de su enfermedad se escucha de fondo la frase de una canción que termina con las palabras “este será un gran día”. Por otro lado ese anuncio esta dado con un George vestido con un gorrito e iluminado con una luz del sol muy fuerte en la cara. Con esa misma luz del sol fuerte iluminando su rostro y ese mismo vestuariovemos que  a Simmons se le anuncia su cura, una ironía de la película que muestra que a pesar de que ahora Georgeestà curado las cosas no han alterado demasiado su estado de ánimo. La pelea entre Clarke, Simmons y Ira está filmada en un plano general como una escena de comedia física; en una secuencia de montaje en el que se lo muestra a Simmons cantando una hermosa versión personal de Real Love de Lennon, la película no puede resistir la tentación de poner un chiste que le hace Sandler al jardinero sobre su pene; los amigos de Ira están caracterizados de manera cómica, en especial el personaje de Schwartzman y su mirada llena de patética pedantería. Ahora bien, lo interesante (lo brillante mejor) es que este tono de comedia e ironía permanente no hace que Hazme Reír sea algo alegre o que aminore su tono pesimista y amargo. Todo lo contrario, hay algo de asfixiante en una película que ahoga cualquier grito de furia bajo capas de ironía, o sarcasmos, o que decide ver lo cómico en un rostro que llora, o que hace de una pelea pasional un slapstick.Ese tono humrístico para expresar tanto dolor termina de ser gracioso para ser violento y si hay algo extraordinario de Hazme Reír es que hace justamente una película angustiante no a pesar de su espíritu humorístico sino por él, multiplicando lo cómico hasta que deje de ser agradable para transformarse en algo desconcertante.
Y no es muy dificil pensar que lo que está pasando es que la película está adoptando su estética a la visión de su protagonista George Simmons, otro personaje dueño deun humor que de tan presente termina por resultar violento para el resto y angustiante para el espectador. Si hay algo que llama inmediatamente la atención es que Simmons hace un chiste en cualquier situación y de todas las maneras posibles. No necesariamente quiere decir que banalice la realidad o que sea infantil. Todo lo contrario, Simmons no se lleva bien con los chicos y lo que hace , más que banalizar, es transformar o resignificar todo lo que ve en comedia, sean palabras, términos o gestos. George es una máquina cómica, un racionalista furioso, como diría Bergson, que juega con lo que ve y con lo que escucha. Se entera de que se está muriendo y hace un espectáculo de stand up sombrío con eso, se cura pero se siente vacío y vuelve a hacer otro stand up diferente con eso. Se recupera de su enfermedad, hace una fiesta, y hace un broma políticamente incorrecta con respecto al Holocausto frente a una chica que quiere entablar una conversación con él. Charla con Laura después de mucho tiempo y empieza a bromear con el tamaño de las manos de ella y su pene, tiene sexo con Laura y hace un chiste antes de practicarle sexo oral. Le dice a Ira que tiene una enfermedad por que necesita decírselo a alguien y lo hace a través de una broma macabra. Viene el doctor a hablarle de su delicado estado de salud y él bromea con el acento del médico y su parecido a un villano de Duro de Matar. Justamente este doctor le dice a él que su humor lo va a ayudar con su enfermedad. Pero el doctor no puede estar más equivocado, es su humor lo que hace su vida dificil y lo que lo hace un ser odioso. Ante una persona como Simmons nadie puede tener una conversación sin que él haga una broma respecto de una palabra, de su rostro, o cualquier otra cosa, o lo que es peor, nadie se puede emocionar con él porque va a fijarse algún detalle ridículo. Esto pasa en la mencionada escena en la que Rogen llora frente a él y George sólo puede observar sus muecas y su baba; o en esa otra escena en la que Ira le da a escuchar música para que se ponga mejor y él sólo se ve interesado en hacer un chiste con cada canción (2); o en esa reveladora, superlativa por su sutileza y elegancia, escena en la que Simmons ve el video en el que la hija de Laura interpreta un papel del musical Cats junto a Ira y Laura. Mientras estos últimos dos se enternecen Simmons no puede observar más que los elementos ridículos que tiene una nena interpretando el papel de un adulto de una comedia musical. Incluso a Simmons le causa gracia que le cause gracia lo que tendría que causarle emoción. Y es en ese momento en el que Laura se da cuenta que Simmons no puede ser un padre (o un hijo, o nada que implique una relación sentimental profunda con nadie), sino un comediante patológico, imposibilitado de no ver algo sin una fría y muchas veces impiadosa distancia cómica. Y es por esta causa que decide dejarlo.
Así es como, por primera vez, se da una rareza en una película de Apatow, y es que el protagonista no termina formando un lazo familiar. Acá no es el personaje de Virgen a los 40 casándose con la mujer que ama, o el joven inmaduro de Ligeramente Embarazada asumiendo su posición de padre y esposo. Por primera vez, Apatow se enfrenta con un persona que ni es inamdura, ni a la que una familia le puede llegar a cambiar algo o representar alguna clase de evolución en su vida. Encerrado en su humor, la única manera que puede encontrar una posible felicidad (“busca tus propia manera de ser feliz” le dirá Laura antes de despedirse de él) es mediante su oficio. En la escena final Simmons se va a acercar a Ira para hacer amistad. Primero se presenta frente a él con un chiste (el de un rosbif, él mismo que se ve en los videos que él hacía cuando era más joven y tenía amistades) y luego le ofrecerá a Ira escribirle material cómico para sus actos, haciéndose de pronto guionista de un comediante amateur para ayudarle en su carrera (3) sólo para no estar más solo. La mala noticia para Simmons es que no ha podido cambiar en su necesidad de ser siempre gracioso. La buena es que, por primera vez en la película, ese humor deja de ser una forma de Simmons de alejar a las personas y empieza a ser utilizado para acercarse a una. Por primera vez, además, Hazme Reír utiliza el chiste para generar un momento totalmente emotivo. Por otro lado, el plano final de la película, con el protagonista sentado frente a Ira mientras la cámara se aleja por los espacios blancos y luminosos de un mercado, recuerda mucho a esos pasillos kubrickianos, rabiosamente iluminados con luz blanca de Embriagado de Amor (de hecho, Paul Thomas Anderson está en los créditos de agradecimiento y el músico Jon Brion hace un cameo en la película). En ese film Sandler actuaba a un Barry Egan sobredimensionadamente apasionado y nervioso, aislado en medio de un mundo terrible, peleado con su familia y que terminaba junto a una chica, acaso tan loca como él y en un final abierto. Acá Sandler vuelve a ser un hombre aislado en otro mundo terrible, con otra familia que no le agrada y que vuelve a terminar la película teniendo como compañía una sola persona y en otro final abierto. Pero Simmons no es ese ser alocado violento como lo fue Egan (de hecho, ni siquiera sabe pelear), sino un ironista implacable y un humorista feroz, viviendo su capacidad de comediante como una patología, pidiendo a gritos una compañía que su propio carácter rechaza., una paradoja ambulante que protagoniza una película magistral en su cómica tristeza.
(1) por otro lado, el hecho de que se logre la gracia a partir de concentrar la cámara en una cara y el drama a partir de alejar la misma, prueba de que esa máxima de Chaplin de que la comedia es en plano general y el drama en primer plano no siempre es cierta)
(2) de hecho, Simmons ya muestra en esa escena claramente su rechazo a la emotividad, ya que cuando Ira le hace escuchar una canción que realmente le gusta y lo emociona lo insulta. De modo similar, en otra escena, vemos que Simmons se siente incómodo si se ve obligado a hablar seria y emotivamente mucho tiempo con su hermana, pero luego lo vemos relajado una escena después cuando está frente a un comediante que le cuenta chistes. Lo más cercano a un momento puramente emotivo, sin que el humor aparezca en ningún momento, es cuando brinda en la Noche de Acción de Gracias.
(3) En realidad, como una ironía genial de la película, la relación entre Ira y Simmons empieza de una manera similar. Ya que el primero hace su primer buen monólogo cómico tomando como material de base el burlarse de un monólogo que hace Simmons.
(*) Crítica publicada en la revista El Amante Cine.

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