jueves, 3 de octubre de 2013

Siete despedidas a Breaking Bad

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A esta altura tengo la sospecha, acaso no demasiado alejada de la realidad, de que las dos frases más recurrentes que se escucharon en Occidente en estas últimas semanas se dividieron en dos: aquellas que declaraban lo buena que era Breaking Bad y aquellas que expresaban hartazgo de estar escuchando a los fanáticos de Breaking Bad diciendo lo buena que era la serie. Como perteneciente al primer grupo puedo hacer plenas justificaciones de esa euforia final. La serie duró un total de cinco años en los que se acumularon más de 60 capítulos, si bien yo fui de los que agarró la serie tarde, después de tantos capítulos con tantos personajes cambiando es imposible que esas criaturas no se lo hagan a uno, de alguna manera, cotidianas. Ni quiero imaginar que habrá pasado por la cabeza de aquellos que seguían la serie desde un lustro, viendo los mutaciones de las personalidades de cada uno de los habitantes de este universo. Por tomar el más obvio, Walter White pasó de ser un químico confundido y algo triste, a un delincuente improvisado, a un tipo hábil al que uno quería que todo le saliera bien, a un antihéroe fascinante, a una bestia horrible a la que uno, sin embargo, no podía dejar de confesarle cierta fascinación. Ante aquellos que se quejan de la existencia de las series, sobre todo aquellos amantes del cine que se vanaglorian en la idea de las ventajas que ofrecen las películas contrarias a un serial, les diría que si bien es verdad que Breaking Bad no puede tener –por razones de producción, de velocidad al filmar etc…- la misma sofisticación visual y sonora que una película, una película no puede sostenerse en el tiempo como una serie.

Lo supo en su momento David Lynch, cuando haciendo la serie Twin Peaks se dio cuenta que si bien un formato así no le permitía explorar su complejo universo visual y sonoro en todo su espectro, si le permitía seguir un personaje durante muchísimo tiempo, mostrarlo en situaciones que no son necesariamente relevantes desde un punto de vista dramático y experimentando muchos más cambios en su personalidad de los que puede hacerse en un formato con duración mucho más reducida. Las series, cuando se explotan bien, tienen esa capacidad de hacer que un personaje realmente “conviva” con uno, lo deje expectante de que es lo que puede llegar a hacer en el próximo capítulo para ver cómo puede resolver tal o cual problema o que límite puede cruzar. Walter White y su alterego Heisenberg tuvo mutaciones de todo tipo y con su personalidad también fueron cambiando la de los personajes que lo rodearon y el tono de la serie: Breaking Bad empezó como un grotesco cómico con humor negro, derivó a un relato de gángsters, de ahí a una tragedia de dimensiones terribles y hacia el final, en su último capítulo, oscilar entre el drama familiar, el chiste negro y el relato de venganza. Como siempre pasa en una serie dichos cambios son muchas veces hechos sobre la marcha, por lo que uno agradece sencillamente que casi siempre se hayan tomado los indicados. Si Pauline Kael dijo alguna vez que el cine era el conjunto de personas indicadas en el momento indicado, una gran serie, con su conjunto enorme de guionistas, directores y productores es esto multiplicado, de ahí que cuando un serial se vuelve excepcionalmente bueno durante tanto tiempo su existencia tiene algo de acontecimiento inusual.


Digamos también que frente a la anarquía básica de una serie y ante toda su longitud acaso lo mejor que puede hacerse es seleccionar siete momentos que me resultaron claves, algunos ni siquiera son a simple vista considerados importantes pero por alguna razón sospecho que tienen mucho que ver con las mayores virtudes de Breaking Bad.



http://i.imgur.com/FFD8H.jpg1) Skinny Pete toca el piano. No sé cuántos se habrán sentido impactados con esta escena del yunkie que de pronto revela una habilidad insospechada. Creo que en buena parte resume uno de los asuntos más interesantes de la película que es mostrar talentos potenciales perdidos. White pudo haber sido un químico respetable de una gran empresa, Jesse era claramente mucho más inteligente de lo que parecía y no era muy difícil imaginarlo como un vendedor hábil de cualquier cosa –de hecho cuando intenta hacer una vida decente quiere dedicarse a vender un producto legal-, una sola jugada que hubiera hecho bien y Mike pudo haber sido el único que se salía de ese infierno. Uno sabe ahí que el bueno de Skinny pudo haber sido con más práctica un virtuoso, de ahí que uno se lamente que cuando el vendedor le pregunte si se va a llevar ese instrumento Pete responda que no y opte por llevar una herramienta para ayudar a un amigo a hacer metanfetamina.

http://spinoff.comicbookresources.com/wp-content/uploads/2012/07/breaking-bad2-mike2.jpg2) Mike ve por última vez a la nieta: Mike es un personaje más paradójico de lo que se cree. Parece ser alguien con muchos códigos, pero al mismo tiempo tiene contradicciones inexplicables y fascinantes. Por ejemplo, el desprecio que siente hacía Walter White no condice con alguien que nunca tuvo ningún problema en trabajar para Gustavo, una persona que podía ser tan cruel como WW y que en el fondo demostró que también podía ser víctima de sus propias pasiones. La imagen más triste de Mike no es cuando está muriendo (una escena que tiene algo de épica tranquila) sino cuando lo busca la policía en el preciso instante en el que está en la plaza viendo como su nieta se hamaca. En ese momento Mike está retirado, creyendo que había logrado salir indemne del círculo de violencia que había contribuido a construir. Sin embargo uno de los pocos errores que comete en la serie lo lleva a que en un momento lo busquen las autoridades. El resultado de esa escena es posiblemente de la imagen más triste de toda la serie. Allí encontramos al asesino a sueldo frío haciendo todo lo que puede porque la chica que adora no vea su abuelo siendo encarcelado. De pronto ese tipo al que no se le movía un pelo si tenía que matar a alguien está escondido detrás de un árbol (escondite infantil si los hay), temeroso de la mirada de una nena de 10 años y tratando al mismo tiempo de verla por última vez, aunque sea de espaldas a él (una imagen que, por otro lado, recuerda mucho a la de Walter White mirando por última vez a Junior). Después de esa situación uno se da cuenta que la posterior muerte de Mike es más un gesto de piedad hacia el personaje que un castigo. Sin lo único que le hacía sentir realmente bien, no quedaba otra cosa que para él que un retiro triste. Al menos el balazo final le permitió morir diciendo una frase estoica mientras mira un lago, el resumen perfecto de un personaje que era al mismo tiempo temerario y tranquilo.


http://www.kellimarshall.net/wp-content/uploads/2012/08/rapey.jpg3) Walter franelea con Skyler en plena reunión de profesores: Si mal no recuerdo, esta es la primera acción en la que empezamos a ver el primer indicio de que se está gestando un monstruo. WW está escuchando como echaron a un empleado acusado de robar instrumentos relacionados con la química para hacer metanfetaminas. White es en verdad el verdadero culpable de este hecho, sin embargo no vemos que él se sienta mal porque la culpa haya recaído sobre otro. Por el contrario mientras se habla de la persona despedida él empieza a toquetear a su mujer bajo la mesa. Inmediatamente después de que pasa eso vemos a WW teniendo sexo con su esposa en el auto. Cuando terminan ella le pregunta porque fue tan bueno y su marido le dice “porque era ilegal”. Ahí es donde está la primera prueba irrefutable de que a White le está gustando lo que hace y que no es sólo el gesto altruista de ayudar a su familia lo que lo está moviendo a la ilegalidad.


http://images4.wikia.nocookie.net/__cb20120713190349/breakingbad/es/images/6/64/2x06_-_Peekaboo_13.png4) Jesse juega a hacer “peekaboo” con un nene: Jesse Pinkman nunca fue realmente un delincuente. O al menos no del modo vocacional y apasionado en lo que fue su propio socio Walter. De ahí que hacia el final no le representaba ningún conflicto el delatar a White a la DEA. La noción de “rata” como el último eslabón de dignidad al que puede llegar a una persona tenía más que ver con el mundo de narcos en el que se movía que con sus propias concepciones morales (no es que Jesse pensara que la delación a un compañero estaba bien, pero de seguro pensaba que había cosas peores). En algún punto Jesse representaba realmente eso que Walter decía estar haciendo al principio. A Pinkman le importaba tener el dinero suficiente para asegurar el futuro tanto suyo como el de la familia que integraba (no su biológica, claro, sino la de Julia y Brock) e irse al diablo. Curiosamente Pinkman en algún momento se definió como a sí mismo “el malo”, sin saber que a lo que se estaba definiendo era menos a sí mismo que a su propio socio –justamente Pinkman dice ser “el malo” porque cree haber sido el verdadero responsable de la muerte de su novia, sin saber que es Walter el que provocó ese fallecimiento-, mientras este último negaba cualquier maldad propia y decía estar haciendo lo que finalmente quería hacer Jesse. Uno de mis capítulos preferidos de la serie es “Peekaboo”, y está prácticamente centrado en Pinkman entrando a una casa para amenazar a dos junkies y encontrándose de improviso con un nenito de unos tres años. Mientras Jesse espera que los junkies vuelvan a la casa lo vemos interactuando con el nene y sintiéndose apiadado de que le hayan tocado dos padres incapaces de criar a alguien. Es el primer capítulo en el que vemos que Pinkman se lleva muy bien con los nenes y justamente ese va a ser su límite mayor en la serie. No es poco, en Breaking Bad se señala a la monstruosidad real de un personaje cuando no se le mueve un pelo o bien por matar un chico, o bien por asociarse a uno que lo ha hecho. Jesse pudo llegar a asesinar a alguien, pero el hecho de que durante toda la serie su límite siga siendo el hacerle daño a una criatura nos marcaba que nunca podía volverse del todo un villano. Hay también, si se me permite la sobreintepretación, algo de simbólico en esto. Un chico es en alguna medida símbolo de futuro, algo que los villanos de Breaking Bad, con su naturaleza destructiva y autodestructiva, siempre se encargaron de aniquilar. Jesse yéndose hacia el final en el auto, vivo, y con una criatura como Brock para cuidar (nunca lo vemos yendo allí pero es lo primero que uno presume) es quizás lo más cristalinamente esperanzador que termine teniendo el programa.

http://fansided.com/wp-content/blogs.dir/229/files/2013/09/saul.jpg5) Saul propone que se mate a Jesse: Saul es en la serie uno de los comic relief, o al menos uno piensa eso. Se trata de un abogado chanta, que tiene dos guardaespaldas medio ridículos y actúa de consejero de Walter en asuntos que tienen que ver con cuestiones como lavado de dinero o contacto con el mundo delictivo. También es una persona que detrás de su apariencia ridícula esconde una mente muy inteligente –si uno lo piensa es el único en toda la serie que no comete torpezas fuertes y sabe exactamente cuándo retirarse del juego- y con códigos profesionales que hacen, por ejemplo, que en uno de los capítulos se niegue a decirle a Mike donde está escondido Jesse aún cuando esté amenazado. Sin embargo en el capítulo Rabid Dog, uno de los menos inspirados de la serie, ocurre algo revelador. Frente a un problema que Walter tiene con Jesse, Saul le aconseja que contrate a alguien para que lo mate. Pareciera una contradicción que el mismo Saúl que no se había dejado intimidar por Mike cuando le pide el paradero de Jesse esté un tiempo después aconsejándole a otro que lo mande matar, pero en verdad es coherente: Saul es fiel a su clientela y por ende hace todo lo mejor por ellos. Si no quiso entregar a Jesse en un principio es porque él era su cliente, pero si ahora aconseja mandarlo a matar es porque un cliente de mayor antigüedad como White (y por ende con mayores privilegios) necesitaba esa acción para poder continuar adelante. Ese consejo es un momento que dura segundos pero que habla mucho de que es un personaje mucho más frío e impiadoso de lo que se piensa y que muchas veces ser un profesional no implica tener moral. Pero un poco también ese instante encuentra uno de los espíritus de la serie: el divertido Saúl revelándose como un tipo que no teme aconsejar homicidios, es metáfora de una serie en el que un juego delictivo con sus procederes y códigos propios escondían tras su apariencia indudablemente divertida algo mucho más oscuro.

http://media.theweek.com/img/dir_0082/41438_article_main/skyler-and-walter-white-ended-breaking-bads-midseason-finale-rolling-in-dough-and-back-together.jpg?175
6) Skyler se revela como una mentirosa extraordinaria: en un momento Skyler quiere ayudar a su cuñado Hank a que pueda volver a caminar. La única forma que encuentra de hacer esto es pagándole un tratamiento muy costoso. Para esto le miente a su hermana diciéndole que Walt ha estado ganando una cantidad enorme de dinero jugando al Black Jack. Lo hace frente a su propio marido, quien en ese momento se encuentra anonadado y al mismo tiempo tratando se seguirle el juego a las mentiras de su mujer. Durante un tiempo me pregunté porque Skyler no lo preparó a su marido para la mentira que esta iba a decir. Sin embargo comprendí después que en el fondo lo que Skyler quería no era sólo ayudar a su cuñado sino también hacer un ejercicio de poder sobre su marido, quien debió e ese momento ahora seguirle el ritmo a ella y ver mientras tanto que su esposa estaba tan capacitada para mentir y manipular como él. La escena además esconde detrás del gesto supuestamente altruista de ayudar a su cuñado una oscura fascinación por el poder, algo que se da seguido en una serie en donde el gusto por la delincuencia se maquilla de gestos altruistas hacia alguien querido. Con esta mentira dicha de modo fría Skyler está haciéndose la primera invitación al universo de White, y con esto se invita también a una tragedia que no va a poder frenar.

http://www.survivingcollege.com/wp-content/uploads/2013/09/Breaking-Bad-Season-5-Ozymandias-Gomez-Dead-Hank-Shot-610x400.png7) Hank muere y Walter reacciona de la peor manera: Si claro, este debe ser uno de los momentos más memorables de toda la serie, pero vale la pena remarcarlo. Hank es ejecutado por el neonazi y la víctima, antes de recibir el balazo le dice al asesino “hacé lo que tengas que hacer”. Ese gesto desafiante le da una enorme dignidad al personaje de Hank, pero también es una reflexión de la serie sobre como las personalidades que estos personajes “llevan” en el trabajo es muy diferente de la que tienen en su vida cotidiana. Hank es un tipo temeroso y muchas veces inseguro, pero cuando es el agente de la DEA tiene que ser temerario, del mismo modo, Mike puede ser un abuelo cariñoso pero a la hora de tomar la pistola es necesariamente alguien frío y Gustavo es alguien correcto y tranquilo cuando actúa como el dueño de un local de pollos pero un tipo despiadado y excesivamente controlado cuando es un oscuro traficante de drogas. Hank desafiando a su asesino antes de morir, simulando cualquier tipo de temor, es una actitud no muy diferente a la de Gustavo acomodándose la corbata tranquilamente aún con media cara volada por una explosión. De todos modos, lo que más impacta de la escena de Hank no es sólo la muerte del personaje sino la actitud de Walt. Cualquier persona sabe que si bien WW no quería pasara eso, ese acto no hubiera sucedido si no fuese por la serie de decisiones morales que tomó el personaje. Sin embargo, como White hace tantas veces, decide depositar la culpa sobre otro y es el desdichado Jesse el que termina sufriendo las consecuencias. En algún punto ahí reside una de las características más pesadillescas de la serie: la violencia no sólo es expansiva e irrefrenable sino que además quien la produce, al no querer responsabilizarse de algo tan horrible, opta por justificarla ya sea por “un bien mayor” (normalmente la familia, la excusa preferida de todos los personajes de la serie para poder cometer atrocidades de todo tipo) o bien depositar esa culpabilidad en algún enemigo. La “solución” no parece ser otra hacia el final que ir contra ese enemigo creado a conveniencia o decir que como todo fue por algo más importante que él, no hay nada de qué arrepentirse. Con estos dos mecanismos White fue capaz justificar prácticamente todo.